Las complejas relaciones entre árabes y judíos en Israel son mostradas de forma irreverente, gracias a una serie de televisión que se emite en el prime time. La serie se llama "Trabajo árabe", un término que en hebreo equivale a una obra de mala calidad.
Las complejas relaciones entre árabes y judíos en Israel son mostradas de forma irreverente, gracias a una serie de televisión que emite el Canal 2 en la hora de mayor audiencia, llamada "Trabajo árabe", un término que en hebreo equivale a una obra de mala calidad.
Este "trabajo árabe", sin embargo, basado en un guión del escritor Sayed Kashua, fue premiado en el Festival de Cine de Haifa, y fue elogiado por la crítica.
En la serie, Amjad (Norman Issa) se encuentra en conflicto con su padre, Ismail (Salim Dau), porque el primero intenta ser "más israelí que los israelíes", mientras el segundo quisiera que no renuncie a su identidad árabe.
Como el propio Kashua -único columnista árabe del diario progresista Haaretz- también Amjad es un pez fuera del agua en la redacción periodística donde trabaja.
En el primer capítulo un colega le explica que a los ojos de los militares a cargo de los puestos de bloqueo "hay automóviles típicamente árabes, como los viejos Subaru y los Fiat 127, y autos que pueden ser sólo judíos, como los Rover".
En un intento de revolucionar su calidad de vida, Amjad pasará entonces sin más al volante de un flamante Rover, llegado a su pueblo por "vías alternativas".
En otra imagen, se ve a Amjad en el vetusto Subaru familiar, a la salida del pueblo árabe y antes de llegar a un puesto de bloqueo.
Vestido con una camisa comprada en Tel Aviv, y con la radio militar sintonizada, el periodista confía en pasar por judío.
Pero pocos metros antes, tras advertir a su mujer Bushra y su hija Maya que por el momento sólo hablen en hebreo, al bajar la ventanilla la niña saluda alegremente al soldado israelí en árabe.
Así Amjad, derrotado, tiene que bajar para someterse al humillante rito cotidiano de la inspección del baúl.
En la serie televisiva, dice Issa, hay buena parte de realidad.
"Yo mismo -declara- cuando subía al tren en Haifa evitaba hablar árabe, para no atraer la atención.
En esos años se producían muchos atentados: yo llevaba las manos bien a la vista, para que los pasajeros que me habían identificado como árabe no tuvieran miedo".
Ahora que está a punto de hacerse famoso, Issa sueña con que le encarguen conducir un "talk-show", para proponer a los espectadores israelíes por primera vez los temas que interesan realmente a la minoría árabe.
Entretanto, el hecho de que la lengua árabe haga brecha en la hora de mayor audiencia no es subestimado por los comentaristas: por primera vez en años, hoy judíos y árabes verán la misma serie, que prevé entre otras cosas, dentro de algunas semanas, un romance entre Meir, un reportero gráfico judío, y Amal, una encendida feminista árabe.