El prestigioso fotógrafo estuvo en la Escuela Superior de Creativos Publicitarios dando una charla para los estudiantes en la que habló de su método de trabajo, de sus influencias, de su relación con la publicidad y del mensaje al que apunta su estilo de composición.
El prestigioso fotógrafo estuvo en la Escuela Superior de Creativos Publicitarios dando una charla para los estudiantes de primer año en la que habló de su método de trabajo, de sus influencias, de su relación con la publicidad y del mensaje al que apunta su estilo de composición.
Marcos López no necesita demasiadas presentaciones pero llegado el caso de hacer una breve, basta con decir que es el autor de “Terraza”, la nueva foto de 88 metros de largo y 34 de ancho que desde octubre adorna la fachada del edificio Del Plata, en la avenida 9 de Julio. Y ella bien sirve como ejemplo de síntesis de las características de su obra más actual (el exceso de color, el estatismo de los personajes, la situación construida y atravesada por su mirada social) y como pieza testigo de la relación de López con la publicidad ya que, como él mismo asume, esa imagen llama la atención porque quien la ve “no sabe si es una obra de arte ó una publicidad de mortadela”.
“Yo utilizo el lenguaje de la publicidad y lo fusiono con el del arte contemporáneo para crear un conflicto en el espectador”. Perturbar es el objetivo y la publicidad – como elemento urbano que avasalla, sin pedir permiso, desde las marquesinas- uno de los artificios de los que López se vale para lograr el quiebre. “¿Es una publicidad de mortadela? No desde el sentido estricto. ¿Es esta otra foto –“Comida rápida”- una publicidad de Quilmes? Tampoco. Y yo no sé, ni me interesa, si a Quilmes le perjudica o le beneficia aparecer en mi obra. Lo que sé es que intento transpolar las influencias de los artistas del mundo desarrollado y generar una obra absolutamente artística, y que uno de los elementos de los que me valgo para hacerlo es el universo de las marcas”.
Para trabajar, López contrata a un fotógrafo que se encarga de la iluminación y tiene un equipo de retocadores digitales que lo asisten en la postproducción de las fotos. Se define a sí mismo como “director de actores” y hace años que dejó de salir a la calle al encuentro de sus fotos. Ahora compone, boceta y luego observa hasta que da con el actor indicado. “A uno de los chicos que aparece en “Comida rápida” lo vi por la calle mientras manejaba. Paré, le ofrecí el contrato y aceptó. Tengo también gente que trabaja conmigo con frecuencia. Uno de ellos es mi taxista, que resultó ser un actor estupendo”. López no deja detalle librado al azar (él mismo se ocupó de diseñar, por ejemplo, el vestuario de las camareras de “Comida rápida” que está inspirado en los años ‘50 norteamericanos) y admite que a veces llega a preguntarse si vale la pena tanto trabajo. “Hago una pintura hiperrealista con un control obsesivo de manteles, ropa y hasta de la comida. En este caso me pareció imprescindible que aparecieran esas papas fritas y que fuesen de las más grasosas porque en definitiva lo que hago – mediante esta puesta en escena- es una fotografía documental de una época argentina”.
El fotógrafo contó a los estudiantes que su modus operandi es armar una situación que parece real pero que no lo es, donde existe una exageración del estatismo de los personajes. A la hora de hablar de influencias reconoce el parecido que le marca una de las alumnas con el fotografo francés La Chapelle: “Sí, es cierto, mi trabajo en muchos aspectos estéticos es parecido al de él. Lo que nos diferencia es que mi obra se nutre de los problemas socioeconómicos y culturales de la periferia, y entonces emergen tipos como este (el hombre de corbata de “Comida rápida”) que parecen estar diciendo ‘laburo toda la semana para terminar comiendo esta basura’”.