La industria de la estética vive uno de sus mayores procesos de transformación y crecimiento. Según datos de McKinsey & Company, el sector alcanzará los US$580 mil millones en 2027, con una tasa de crecimiento anual del 6 %. Pero más allá del volumen económico, el verdadero cambio está en el enfoque: la inclusión y la sostenibilidad se consolidan como los ejes estratégicos que diferencian a las marcas con visión internacional.
De acuerdo con el SeeMe Index, las marcas de belleza certificadas por su inclusividad crecieron 1,5 veces más rápidoque las que mantienen esquemas tradicionales de comunicación. Y un informe de Arbelle advierte que el 50 % de los consumidores prefiere marcas que representen diversidad, mientras que el 31 % evita aquellas sin compromiso inclusivo. Este panorama demuestra que la evolución del mercado no solo es económica: es cultural, ética y estratégica.
Estrategia, no suerte
En los últimos años, la estética dejó de ser un nicho femenino para convertirse en una industria transversal, que integra ciencia, bienestar, comunicación y tecnología. Sin embargo, muchas empresas aún confunden crecimiento con éxito. La diferencia radica en la estrategia: el crecimiento sin dirección es solo suerte, y la suerte no escala.
Desde mi experiencia en marketing internacional, acompañando a marcas en América Latina, Estados Unidos y Europa, detecto un patrón constante: el talento y el producto no bastan. Lo que convierte a un emprendimiento en un negocio sostenible es su capacidad de consolidarse como marca global y de entender su lugar en el nuevo mapa de la estética mundial.
Cinco pilares para la expansión internacional
1.
Construcción de marca con propósito global
El punto de partida es la identidad. Las marcas que perduran son aquellas que pueden explicar su propósito en cualquier idioma sin perder sentido. Ya no alcanza con “vender belleza”: hay que vender confianza, bienestar y credibilidad científica.
2. Validación técnica y regulatoria
En mercados como Estados Unidos o Europa, la estrategia de expansión empieza por el cumplimiento técnico: certificaciones FDA, procesos GMP, trazabilidad y transparencia. Un producto solo puede posicionarse globalmente si se sustenta en estándares verificables.
3. Distribución inteligente y adaptada al contexto
Replicar un modelo local en otro país es el error más común. Cada mercado tiene hábitos de compra y canales dominantes distintos: retail, e-commerce, licencias o franquicias. Entender el ecosistema local es esencial para la rentabilidad.
4. Storytelling auténtico y multicanal
En la estética, el relato es parte del producto. Glossier, Drunk Elephant o Natura lo entendieron: su comunicación se apoya en ciencia, comunidad y propósito. Pero el storytelling debe ser coherente con la cultura de destino, sin perder autenticidad.
5. Alianzas locales y visión a largo plazo
La internacionalización no se impone: se co-crea. Asociarse con distribuidores, inversores o referentes del mercado local permite construir una expansión sostenible. Las alianzas no solo amplifican, también legitiman.
Miami: hub estratégico para la estética latinoamericana
Miami se ha consolidado como una plataforma natural para marcas latinoamericanas que buscan ingresar al mercado norteamericano. Su ecosistema multicultural, la cercanía cultural y el poder adquisitivo de la comunidad latina lo convierten en un punto de aterrizaje ideal. Pero incluso en este entorno, el éxito no se improvisa: requiere investigación, estrategia y sensibilidad hacia la diversidad cultural.
Conclusión:
La
estética global se encuentra ante una oportunidad histórica. La diferencia entre ser una marca más y ser una marca con futuro está en pensar global desde el primer día, con propósito, inclusión y estrategia. La belleza que prospera en el nuevo mapa internacional es aquella que integra negocio, cultura y conciencia, generando valor sostenible y social al mismo tiempo.