La nueva edición del informe HCM analiza cómo la publicidad se integró en la vida cotidiana hasta volverse un lenguaje cultural compartido. Según el estudio, la receptividad publicitaria crece año a año y las decisiones de compra se definen cada vez más por factores emocionales, aunque la atención del público sigue siendo un desafío clave para las marcas.
El informe
La publicidad inmersa en lo cotidiano, elaborado por
Human Connections Media (HCM) en octubre de 2025, analiza la transformación de la publicidad en un componente esencial del ecosistema cultural. Ya no se trata solo de un recurso comercial, sino de un lenguaje social que impregna la comunicación diaria.
Según el estudio, la narrativa publicitaria —basada en la promesa de felicidad, el estilo aspiracional y la estética breve— se expandió más allá de los anuncios tradicionales, adoptada por influencers, marcas personales e incluso usuarios comunes. La publicidad dejó de ser percibida como una imposición externa para convertirse en una forma natural de expresión en redes y medios digitales.
Los límites se desvanecen
La era digital difuminó las fronteras entre lo personal, lo público y lo publicitario. Lo que parece contenido espontáneo en redes sociales suele responder a estrategias de comunicación planificadas. Así, lo “real” y lo “escenificado” se entremezclan en una misma narrativa donde la publicidad ya no está “afuera”, sino integrada en la experiencia cotidiana.
Aunque existe conciencia crítica sobre la saturación o manipulación, la mayoría de los usuarios reproduce los códigos publicitarios en su comunicación diaria: hashtags, emojis, frases slogan o storytelling breve.
Receptividad en alza
De acuerdo con datos de
Kantar Media Reaction 2025, la receptividad promedio hacia la publicidad aumentó del 47% en 2024 al 57% en 2025, lo que refleja una mayor disposición a interactuar con los mensajes de marca. Esta tendencia se explica por la naturalización del lenguaje publicitario, que permite a los anuncios insertarse en el consumo diario sin resultar disruptivos.
La emocionalidad como motor de decisión
El estudio muestra además que los factores emocionales superan a los racionales en las decisiones de compra. En 2025, un 73% de los consumidores reconoce que la conexión emocional con una marca influye más que el precio o la funcionalidad, representando un incremento del 71% respecto a 2022. La publicidad y la imagen de marca se vuelven determinantes en la elección de productos.
“Me comí una publicidad”
El informe introduce un fenómeno emergente: los usuarios priorizan contenidos que entretengan, inspiren o conmuevan, sin importar si son patrocinados. Cuanto más imperceptible es la publicidad, mayor es su eficacia. De allí surge la expresión “Me comí una publicidad”, que sintetiza esta nueva dinámica basada en la autenticidad y la integración fluida con el entretenimiento.
La atención, un recurso en crisis
A pesar del incremento en receptividad, la atención de los usuarios continúa descendiendo. Según TGI 2025, la media de atención frente a los anuncios cayó un 8% respecto de 2022, aunque la televisión fue el único medio que registró un leve crecimiento (6%).
En este contexto, el desafío de las marcas no pasa solo por captar la atención, sino por sostenerla en un entorno saturado de estímulos.
El desafío futuro
La publicidad, convertida en un lenguaje cultural compartido, exige estrategias multimediales, segmentadas y auténticas. Las marcas deben aprender a infiltrarse en los consumos cotidianos sin interrumpirlos, generando historias que conecten emocionalmente.
Como resume el informe: aceptación + emotividad + narrativas mixtas – atención = el nuevo paradigma de la comunicación publicitaria.