Necesitamos formar una generación global que trabaje unida para construir el futuro. Instancias como el First Global Challenge inspiran e invitan a diseñar instancias que promuevan valores de la competencia a partir de la colaboración. Escribe Matías Scovotti, cofundador y CEO de Educabot.
Por Matías Scovotti, Cofundador y CEO de Educabot
A pocos días de que inicie el mundial de fútbol, ya se preparaban los cánticos para alentar a la selección nacional y la efervescencia se vive en las calles, redes y en todos lados. Al mismo tiempo, suelen ser momentos en donde priman la rivalidad y el deseo de ser mejores que los demás. Entendemos que en los deportes la regla suele ser la de superar a nuestro adversario, pero si nos detenemos a pensar un poco, ¿qué tipo de competencias estamos promoviendo? ¿Ese es el modo en el que queremos que las nuevas generaciones se relacionen con el mundo? ¿Siempre tendrán que competir entre ellos para ser los primeros?
Hace unas semanas,
will.i.am, músico, emprendedor tecnológico y filántropo, expresó ante una enorme comitiva de jóvenes de más de 180 países que
"el mundo se está transformando en este momento, nos guste o no; y podríamos sentarnos y esperar a que alguien más lo diseñe por nosotros, o los jóvenes, ustedes, podrían prepararse para ser los arquitectos del mañana".
Estos jóvenes participaban del
First Global Challenge 2022, la mayor competencia de programación y robótica del mundo, que se llevó a cabo del 13 al 16 de octubre en Ginebra y en la que por sexto año consecutivo Argentina contó con representación. El certamen presenta como eje una problemática global y los participantes deben complementarse entre sí para poder resolverla. ¿Cómo se gana? Compartiendo, colaborando, aprendiendo los unos de los otros.
Durante esos días, los jóvenes construyen equipos dinámicos con pares de diferentes partes del mundo. Aprenden de sus diferencias, costumbres y modos de conocer el mundo y, desde allí, se potencian para alcanzar objetivos comunes. La clave para enfrentar los desafíos del futuro es cooperar y trabajar juntos.
Necesitamos formar una generación global que trabaje unida para construir ese futuro. Instancias como el
FIRST Global nos inspiran e invitan a diseñar instancias que promuevan valores de la competencia a partir de la colaboración y eso nos permite trabajar en tres dimensiones fundamentales:
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Aprender de la diversidad. No hay formas únicas de abordar un problema, así como también todos contamos con recursos distintos para hacerlo. Crear instancias para compartir, permite pensar fuera de la caja y potenciar nuestra manera de encontrar soluciones a las problemáticas globales.
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Construir redes de colaboración entre pares. Los líderes del mañana están hoy aprendiendo en nuestras escuelas, centros barriales, están creando un mundo nuevo a partir de diálogos sin fronteras.
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Tender puentes entre el conocimiento abstracto y el mundo real. Este tipo de competencias nos permite mostrar que es posible aplicar lo que aprendemos para cambiar nuestro entorno, mejorarlo, transformarlo en el lugar que queremos vivir.
En este contexto, las nuevas generaciones tienen un gran desafío por delante: ser capaces de desarrollar habilidades STEAM (ciencia, tecnología, ingeniería arte y matemática) que les permitan aprender a reconvertirse constantemente, para poder abordar las problemáticas de un mundo que cambia a ritmos vertiginosos y cada vez más atravesados por las tecnologías.
El contexto local y global nos enfrenta a enormes desafíos para alcanzar nuestro objetivo, pero hoy no podemos detenernos sólo en las limitaciones. Cuando iniciamos
Educabot, no sólo queríamos facilitar el acceso a soluciones que permitieran achicar las brechas digitales, sino ser un aliado que acompañe a toda la comunidad educativa para que tenga la oportunidad y las herramientas para crear un futuro más justo para sus estudiantes.
Usar a la tecnología como un aliado es - sin lugar a dudas - un camino que favorece la inclusión social y reduce la brecha de acceso a la información y al conocimiento, pero, por sobre todo, que nos permite potenciar la colaboración. Mantenernos en contacto, colaborar constantemente, promover una nueva forma de relacionarnos y de resolver problemas es el resultado.
Como ciudadanos globales, debemos asumir el compromiso de acompañar a una generación de jóvenes para que incursione en ciencia y tecnología y que, como agentes de cambio, busquen colectivamente mejorar la calidad de vida de todos.