En su columna Eduardo Freddi, docente de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación de UADE analiza el fútbol como líder en audiencias y su experimentación en las transmisiones de servicios de streaming.
Por Eduardo Freddi,
Docente de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación de UADE
No hay deporte más tradicional y popular que el fútbol. Y ese lugar común también se respalda en datos concretos. No solo la
FIFA (Federación internacional de fútbol asociado) tiene más miembros que la
ONU, sino que el mundial de fútbol es el evento deportivo/cultural más visto por televisión. El último (Rusia 2018) promedió 191 millones de televidentes por partido y la final fue vista por 1120 millones de personas según cifras de la propia casa madre. Supera, inclusive, al Superbowl, final del fútbol americano.
Sin embargo, tampoco hay nada más ecléctico y volátil que las audiencias. Datos de Nielsen Ibope, empresa de medición, señalan que el 65% del tiempo que los estadounidenses pasan viendo los televisores lo hacen por cable, mientras que el 26% usan servicios de streaming como
Netflix. Más allá de que el patriarca de los medios siga gozando de buena salud, el mercado de las plataformas está aumentando rápidamente. Según
The New York Times, el año pasado los consumidores dedicaron el 20% de su tiempo al streaming, pero podría subir al 33% a finales de 2021. El dato más contundente es que más de 7 millones de hogares en el país del norte dieron de baja el servicio de cable.
Estas cifras, evidentemente, han llamado la atención de empresarios de medios y profesionales del streaming (personas que generan contenidos en plataformas) y los resultados se han visto plasmados en la última edición de l
a Copa América. El grupo inversor
Kosmos encabezado por Gerard Piqué, jugador del Barcelona de España, compró los derechos para retransmitir ese campeonato para todo el país peninsular, gratis y por
Twitch. ¿Quién fue la cabeza visible? Un joven y prolífico streamer vasco: Ibai Llanos. Se lo conoce como Ibai, a secas. Tiene 26 años y ostenta el récord local de mayor cantidad de visualizaciones en esa plataforma. Organizó y transmitió
"La Velada del Año", un combate de boxeo entre algunos de los streamers españoles más populares, que vieron un millón y medio de personas. Definitivamente, las audiencias han diversificado su consumo.
Pero ¿Qué novedades aporta esta nueva pantalla? ¿Cómo enriquece las transmisiones y qué vínculo construye con su audiencia? En principio, las plataformas permiten mayor interacción entre productores y público. En el caso puntual de
Twitch, el usuario puede comentar e interactuar en vivo con el streamer. Este vínculo más cercano entre estos dos actores es una de las principales diferencias con los medios tradicionales. En las plataformas gana la impronta, la espontaneidad y, por ahora, lo políticamente incorrecto. Esa naturalidad no impostada del streamer es el elemento diferencial con la tradicional figura de la TV o la radio.
Toda es frescura, sin embargo, no atenta contra la calidad del producto final. Imágenes en alta definición y calidad de sonido brodcasting, son cada vez más frecuentes en las transmisiones. Porque, evidentemente, la masividad y, a la vez, especificidad de las audiencias genera interés en los inversores. Es, claramente, un nuevo modelo de negocios que promueve ingresos por diversas ventanillas: suscripciones directas, donaciones y publicidad. Los números son contundentes. Más de 500 mil personas promedio (con picos de 650 mil) se conectaron en la madrugada española para seguir la final entre Brasil y Argentina por el canal de
Ibai. Para entender estas cifras basta con compararlas con el récord de 377 mil espectadores que vieron el
“El Chiringuito”, programa deportivo de referencia en la TV insular, el día que entrevistaron al presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, para hablar de la
Superliga europea. Sumado a esto, cada día son 30 millones de usuarios únicos, el 75% de ellos menores de 35 años, que se conectan a mirar 18 mil millones de horas de vídeo y 26 millones de canales activos en
Twitch.
Los números abruman, es cierto, pero el desafío no es solo comercial o económico. La formación que ofrezcan las casas de estudio en la materia deberá sintonizar con esta realidad. No solo a partir de la capacitación tradicional, sino con la creación de espacios de producción para moldear profesionales que estén a la altura de las nuevas formas de comunicar.