Una ola de pánico se desató en el mundo virtual de YouTube entre los autores de videos que consumen niños: la mayoría de sus ingresos podría esfumarse a causa de los cambios anunciados en las reglas publicitarias de la plataforma.
"Casi tuve una crisis de ansiedad el miércoles" pasado, dice Samuel Rader, que muestra su vida familiar en video.
"¡Pensé que tendríamos que encontrar otra fuente de ingresos!", dice este exenfermero que dejó su trabajo hace tres años para dedicarse por completo a su canal, "Sam y Nia", ahora con 2,5 millones de suscriptores.
YouTube, propiedad de Google, que fue multada en Estados Unidos por infringir la ley sobre el uso de datos de niños con fines publicitarios, negoció un margen de cuatro meses antes de cambiar las políticas de funcionamiento.
Además de la multa de 170 millones de dólares, YouTube prometió dejar de guardar datos de menores y prohibir la publicidad dirigida en su caso, así como los comentarios y notificaciones en los videos dirigidos a ellos.
Falta determinar cuáles canales encajan en esa descripción. "Nuestro interlocutor en YouTube nos dijo que nuestro canal era de bajo riesgo, porque nuestro contenido no está dirigido a niños", dice Sam un tanto aliviado.
Como él, muchos padres y madres graban y comentan su vida cotidiana en YouTube: el videoblog o "vlogging" familiar es un "género" que cobró gran impulso en la plataforma.
También hay algunos que utilizan formatos de "desafíos" (como no decir "no" a sus hijos durante 24 horas, por ejemplo) o de "unboxing", en los que niños desempacan juguetes ante la cámara mientras explican sus características.
"Muchos de estos canales son 'caseros', son pequeñas empresas artesanales y la publicidad es su única fuente de ingresos", dice Melissa Hunter, directora de Family Video Network, que monitorea a creadores de contenido infantil en YouTube.
"Los autores tienen miedo. Sea que ganen 30 o 100.000 dólares por mes, no ganarán nada en enero".
YouTube, cuya publicidad es enormemente dirigida a partir de datos de usuarios y genera ganancias por miles de millones de dólares para su empresa matriz Google, ha reconocido que estos cambios tendrán un impacto financiero significativo en los creadores de contenido.
"Tal vez veamos aparecer un nuevo equilibrio", dijo Nicole Perrin, analista de eMarketer. "Si se vuelve imposible rastrear a los niños, entonces todos están al mismo nivel, los anunciantes no van a desaparecer".
Pero el equilibrio parece un horizonte lejano para los youtubers. Su frágil modelo de negocios ya se ha visto perturbado por una serie de escándalos en los últimos años (vinculados a contenido violento, inapropiado o redes de pedófilos), que desembocaron en retiros de anunciantes y pérdida de ingresos.
"Hay que cambiar la ley", dijo Melissa Hunter, quien se reunirá a principios de octubre con las autoridades de la agencia de protección al consumidor de Estados Unidos, la FTC. Considera que la ley que protege los datos de los niños está desactualizada, porque "internet ya está en todas partes, desde los electrodomésticos hasta la televisión y los altavoces conectados".
Algunos creadores de contenido semiprofesionales habían anticipado el riesgo y diversificaron su difusión en otras plataformas como Netflix o Amazon.
Otros simplemente optaron por abstenerse de participar en este segmento sensible.
"Lanzamos un canal para niños hace dos años, pero algunas reglas han cambiado, y pensamos que era una inversión arriesgada, así que no lo tocamos más", cuenta Shaun McKnight, presidente de M-Star Media, una empresa familiar que empezó con tutoriales de peluquería y se convirtió en un pequeño imperio de medios con varios canales en YouTube.
Él preferiría que todo el contenido para niños se transmitiera solo en YouTube Kids, la versión de la plataforma dedicada a los niños.
"El problema es que hoy los padres usan YouTube como una niñera para sus hijos", dice. "La plataforma nunca fue pensada para niños menores de 13 años".