El Parlamento germano aprobó la 'ley Google' que establece que buscadores deben negociar con los editores licencias que les permitan reproducir sus contenidos a través de Internet a cambio de contraprestaciones.
Alemania aprueba una normativa descafeinada que obligaría a los buscadores a negociar con los editores licencias para poder reproducir sus contenidos, pero no define a quién afecta y en qué medida.
El tiro puede salirle por la culata al Gobierno de Merkel, que ha querido encontrar una tercera vía para que Google y otros buscadores sean obligados por ley a pagar a los editores por reproducir noticias pero sin dañar la lógica de le economía de Internet, que se rige por parámetros propios.
La 'ley Google' aprobada por el Parlamento establece que buscadores y agregadores, entre los que se contarían también Yahoo! o Bing, deben negociar con los editores licencias que les permitan reproducir sus contenidos a través de Internet a cambio de contraprestaciones, pero sí que les permite reproducir, sin licencia alguna, pequeños textos de los artículos, sin concretar la dimensión del texto permitido.
Esta fisura llevó ayer a Google a adelantar que no se siente afectada por la nueva normativa, puesto que en sus búsquedas sólo salen titulares y extractos y dado que no tiene un portal de noticias propiamente dicho, sino un agregador en el que los medios se dan de alta voluntariamente.
La regulación que ha aprobado el Bundestag es una versión descafeinada del primer borrador de la norma, que obligaba a los buscadores a negociar acuerdos con las editoriales para ofrecer sus contenidos informativos con un link de acceso, pero la exigencia se ha ido rebajando a lo largo de los trámites parlamentarios, que no han estado exentos de controversia y que han dado lugar a una votación muy ajustada: 293 votos a favor, 243 votos en contra.
El Partido Socialdemócrata en la oposición, además, ha anunciado que tiene la intención de bloquear la norma a su paso por la cámara parlamentaria de representación regional, el Bundesrat, donde Merkel no tiene mayoría.
El texto aprobado por ahora en el Bundestag deja en el aire cuestiones sobre a qué buscadores o agregadores afectará y en qué medida y a cuánto ascenderá la cuantía de las licencias. Sí preserva el derecho de propiedad intelectual de los editores, pero reconoce que ese derecho está sujeto a nuevas condiciones en el mundo virtual al verse obligado a respetar un bien común al que se denomina "autopista digital".
Este argumento ha sido contestado intensamente por los editores alemanes, que recuerdan que "lo que los abogados de Google presentan como un territorio libre y sin restricciones de acceso es en realidad un área de negocios más parecida a un centro comercial". "Allí donde Google habla de libertad de expresión y de información, debería hacer públicos con todo detalle los algoritmos que conducen a que en sus búsquedas aparezcan prioritariamente determinados contenidos, una selección del material disponible en la Red", protesta el Frankfurter Allgemeine.
Pero el departamento de Relaciones de Google, muy activo durante los meses de redacción de la ley, ha expandido el mensaje de que "cobrar por aparecer en las búsquedas es lo mismo que si un taxista tuviera que pagar a un restaurante por trasladar clientes hasta su puerta".
Este debate intelectual es convenientemente engrasado por Google, cuya capacidad económica le permite, por ejemplo, financiar el nuevo Instituto para la Sociedad de Internet, en la Universidad Humboldt de Berlín, con 4,5 millones de euros.
Google ha llegado a acuerdos, además, como la digitalización de la Biblioteca Estatal de Baviera, una asociación que aliviará el presupuesto del Estado bávaro con seis millones de euros al año, y mantiene sospechosas relaciones con blogueros como Sascha Lobo, que incendia la Red contra los editores alemanes a diario.
Es posible que estos detalles hayan influido en la edulcoración de un texto legal que, si termina siendo definitivo, dejará a Alemania un gran paso por detrás de Francia y Bélgica en la protección a los editores.
Fuente: elmundo.es